La Bruja Verón no agarró la escoba y sí admitió la necesidad de mejorar puertas adentro. "Hay que encerrarse, hablar y mejorar de cara al Mundial", aseguró.
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No puede ser verdad, parece decir Juan Sebastián Verón mientras Carlos Salvador Bilardo lo adora, lo abraza, le agradece, le reza. El llanto cubre todo el rostro del Narigón, brota de sus ojos emocionados mientras ambos caminan por el césped del Centenario, y se humedece el pecho de la Brujita. "Ya está, Carlos, ya está...", lo consuela el jugador, sereno, paternal, león del medio.
Verón parece no sufrir, no exteriorizar esas sensaciones. Sólo parece. "Lo sufrí, claro que lo sufrí, pero todo lo que se sufre tiene su valor, y acá está. Se terminó lo que se había empezado, el objetivo está cumplido. A veces es más fácil; a veces, más difícil. Cuando las cosas van mal, siempre se pide más. Pero ahora va a haber tiempo para que el técnico trabaje", dice la Bruja.
Con la calma que tal vez le otorgue su experiencia, el volante de Estudiantes fue uno de los pocos que pisaron el freno sin buscar un enemigo externo. En cambio, prefirió reconocer las falencias propias, las que habrá que dejar de lado antes de viajar a Sudáfrica. "Hay que pensar en mejorar desde arriba hasta abajo para hacer una buena Copa del Mundo", admite. "Desde el presidente de la AFA hasta el último jugador, todos queremos ver una Argentina competitiva", explica. Pero no es cuestión de dejar correr el agua para ver cómo se acomoda en algún puerto. "Tenemos que escuchar, que a veces es mejor que opinar. No hay que esconder las cosas abajo de la alfombra sino sacarlas, encerrarse, hablar y mejorar", propone, en una clara referencia a las tormentas internas que se vivieron durante algunos pasajes de las Eliminatorias. "Hablando las cosas pueden salir mucho mejor de lo que están saliendo", asegura Verón, todavía serio, con la imperiosa necesidad de sacarse de encima el sufrimiento. "Queremos divertirnos y no sufrir", dice. Y por eso abre la boca.
montevideo (enviado).
Fuente: ole
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No puede ser verdad, parece decir Juan Sebastián Verón mientras Carlos Salvador Bilardo lo adora, lo abraza, le agradece, le reza. El llanto cubre todo el rostro del Narigón, brota de sus ojos emocionados mientras ambos caminan por el césped del Centenario, y se humedece el pecho de la Brujita. "Ya está, Carlos, ya está...", lo consuela el jugador, sereno, paternal, león del medio.
Verón parece no sufrir, no exteriorizar esas sensaciones. Sólo parece. "Lo sufrí, claro que lo sufrí, pero todo lo que se sufre tiene su valor, y acá está. Se terminó lo que se había empezado, el objetivo está cumplido. A veces es más fácil; a veces, más difícil. Cuando las cosas van mal, siempre se pide más. Pero ahora va a haber tiempo para que el técnico trabaje", dice la Bruja.
Con la calma que tal vez le otorgue su experiencia, el volante de Estudiantes fue uno de los pocos que pisaron el freno sin buscar un enemigo externo. En cambio, prefirió reconocer las falencias propias, las que habrá que dejar de lado antes de viajar a Sudáfrica. "Hay que pensar en mejorar desde arriba hasta abajo para hacer una buena Copa del Mundo", admite. "Desde el presidente de la AFA hasta el último jugador, todos queremos ver una Argentina competitiva", explica. Pero no es cuestión de dejar correr el agua para ver cómo se acomoda en algún puerto. "Tenemos que escuchar, que a veces es mejor que opinar. No hay que esconder las cosas abajo de la alfombra sino sacarlas, encerrarse, hablar y mejorar", propone, en una clara referencia a las tormentas internas que se vivieron durante algunos pasajes de las Eliminatorias. "Hablando las cosas pueden salir mucho mejor de lo que están saliendo", asegura Verón, todavía serio, con la imperiosa necesidad de sacarse de encima el sufrimiento. "Queremos divertirnos y no sufrir", dice. Y por eso abre la boca.
montevideo (enviado).
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